Porque no me avergüenzo del evangelio,
porque es poder de Dios
para salvación a todo aquel que cree;
al judío, primeramente,
y también al griego
Romanos 1:16
La epístola a los Romanos fue escrita por el apóstol
Pablo. Pablo nació en Tarso de puro linaje judío. Fue instruido por Gamaliel un
gran maestro de los fariseos. En Jerusalén estuvo pendiente cuando mataron a
Esteban, el primer mártir cristiano. Dicha escena de martirio se quedó grabada
en la mente de Pablo. Tal vez sin dudar podía meditar en una cuestionante que
no se obtenía respuesta concreta, “¿Por qué Esteban amaría tanto a Jesús, como
para dar su vida en sacrificio?”
No comprendió la situación de aquel hombre,
aunque no esperaría que Dios tratara con su propia vida. Pablo camino a Damasco
en cumplimento de su deber, el perseguir y aprehender a los cristianos, tuvo un
encuentro con Jesucristo. De allí fue comisionado por Jesús. Al escuchar la voz
del maestro llamando: Saulo, Saulo ¿Porque me persigues? A lo que Saulo, solo pudo decir: “Señor, ¿Qué
quieres que yo haga?”
Pablo fue cambiado. Ahora en este pasaje
habla, con convicción y seguridad dado como resultado de una experiencia, con
Jesucristo. De un solo golpe, le fueron quitados los apoyos de sus obras, raza
y carácter, y tuvo una visión plena de Cristo, de allí en adelante solo tuvo un
mensaje, una fe en el Cristo glorificado y resucitado, ya no quería oír otra
cosa, ni hablar ni vivir otra cosa.
Anunciar que el justo por la fe vivirá, era
la palabra que ahora enunciaba, es decir, que Pablo testificaba que solo a través
de Jesús es posible tener una relación conciliatoria, con Dios Padre, en un
mundo donde se pierde en el pecado, ignorancia y maldad. Pablo se mantuvo
predicando el evangelio de Jesucristo. Y es ahora que existe autoridad, poder y
seguridad para cambiar la vida del hombre y transformarla.
Queremos
orar por ti
Templo
Cristiano Eben-ezer
Saludos
cordiales, bendiciones
Maná
para Eben-ezer
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