Dios hizo un pacto con Abraham. Los términos y/o clausulas eran muy simples. Abraham obedecería a Dios en todo cuanto ordenara, y como recompensa, sería bendecido por Dios. La parte que a Dios le correspondería cumplir, era la de darle herederos, tierras, poder y riquezas, y Dios cumplió al pie de la letra, bendijo a Abraham abundantemente porque fue obediente y fiel a Él.
Hoy en día, en la mayoría de los contratos que realizamos con otras personas o empresas, siempre buscamos que dichos acuerdos sean equitativos para cada una de las partes. Damos algo y en reciprocidad recibimos algo de igual valor. Pero cuando como hijos de Dios, acordamos con Él llevar a cabo algún pacto o compromiso, existe una notable y hermosa diferencia. Al ser obedientes a Dios, al ser fieles a Él, las bendiciones que recibimos sobrepasan lo que invertimos nosotros en un principio. Lo que Dios nos da, excede sobremanera lo que nosotros en un principio le dimos.
Para que una familia sea bendecida, el primer requisito es que los padres como jefes del hogar, vivan de manera agradable y en obediencia a Dios. Si los padres obedecen los preceptos de Dios, caminan en ellos y se los inculcan a los hijos desde pequeños, la bendición divina llegará a sus vidas como recompensa a dicha obediencia. Si a la obediencia se le añaden fidelidad, entrega y devoción, mayores serán las bendiciones que reciban, porque Dios se deleita en bendecir a toda familia que le obedece.
Hermano(a) la obediencia a Dios y a Su Palabra, es la mejor herencia que tu como padre puede dejarle a tus hijos. Si quieres que las bendiciones de Dios se derramen sobre tu familia, pon en práctica este principio, vive en obediencia a Dios y enseña a tus hijos a que vivan de igual manera, para que ellos también la enseñen a tus nietos, y a los que vengan después de ellos.
Dios premia la obediencia., decídete a obedecerle y serás bendecido tú y tu casa.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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