Dios liberó al pueblo de Israel de Faraón rey de Egipto, con mano fuerte y les dio la victoria de una manera maravillosa, porque así es Dios; Él es maravilloso en todo aquello que hace.
Jehová mostró su omnipotencia, abriendo las impetuosas aguas del mar Rojo, para que su pueblo amado y escogido pasara en seco y fuera rescatado de su terrible enemigo. De Israel fue el triunfo, pero fue obtenido por la poderosa mano de Dios.
Dios liberó a la nación israelita y hoy quiere liberarnos también a nosotros. Quiere liberar Monterrey, quiere liberar a México, quiere liberar de la esclavitud al mundo entero, que está cautivo por la maldad y pecado. Si el mundo hoy es un desastre es porque se ha olvidado de Dios, y se ha dejado seducir por el pecado. Si hoy hay tanta maldad, violencia y muerte, no es por culpa de Dios, sino del hombre que ha inventado sus propias reglas, las cuales han provocado que viva cada vez más lejos de Dios.
Pero la hermosa realidad es que Dios puede liberar a quien quiere, y cuando así lo desee. Él es el dueño de todo y con tan solo mover un poco uno de sus dedos puede desmenuzar al mundo entero. Si ayer rompió cadenas y trajo liberación, oremos para que hoy haga lo mismo.
Oremos hoy a Dios, y pidámosle que así como rescató a los israelitas, nos rescate a nosotros. Pidámosle que extienda su diestra poderosa y libere a la ciudad en la cual vivimos. Si abrió el mar, lo cual parecía imposible, ¿Qué no podrá hacer por aquellos que le aman y le temen de verdad? Dios puede llevar a su pueblo a través de las dificultades más grandes y hacer camino donde no haya. Dios puede llevar a su pueblo a través de las dificultades más grandes y hacer camino donde no haya. Su plan es salvarnos, así que clamemos a Él, para que su liberación y su victoria lleguen hasta nosotros. Alabemos su nombre, porque si hay alguien que puede hacernos libres es Él. Démosle la honra y la gloria.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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