Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre,
porque sois de Cristo,
de cierto os digo que no perderá su recompensa.
Marcos 9:41
La mujer Sunamita recibe dos milagros por sus buenas acciones
para con el profeta Eliseo. Y cualquiera que os diere un vaso de agua en
mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en
vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
ELISEO Y LA SUNAMITA: Aconteció también que un día pasaba Eliseo
por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a
que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo
entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. Yo
te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama,
mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en
él. Y aconteció que un día vino él por
allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió. Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta
sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él. Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú
has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga
por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella
respondió: Yo habito en medio de mi pueblo. Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por
ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es
viejo. Dijo entonces: Llámala. Y él la
llamó, y ella se paró a la puerta. Y él
le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No,
señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el
año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho. Y el niño creció. Pero aconteció un día, que
vino a su padre, que estaba con los segadores; y dijo a su padre: !!Ay, mi
cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre. Y habiéndole él tomado y traído a su madre,
estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió. Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama
del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió. Partió, pues, y vino al varón de Dios, al
monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado
Giezi: He aquí la sunamita. Luego que
llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se
acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su
alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha
revelado. Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a
mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?
Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido
sobre su cama. Entrando él entonces,
cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová. Después subió y se tendió sobre el
niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus
manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró
en calor. Volviéndose luego, se paseó
por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él
nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos. Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a
esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo. Y así que ella entró, se echó a sus pies, y
se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió. 2 Reyes 4:8-37.
Queremos
orar por ti
Templo
Cristiano Eben-ezer
Saludos
cordiales, bendiciones
Maná
para Eben-ezer
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