Jehová de los ejércitos,
si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva,
y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva,
sino que dieres a tu sierva un hijo varón,
yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida,
y no pasará navaja sobre su cabeza.
1 Samuel 1:11
En estos días cuando hablamos de milagros nos cuesta creer que
existan. Tal vez porque a todo le queremos buscar una explicación científica, o
quizá porque somos incrédulos o porque nos cerramos a la posibilidad de que eso
suceda o porque no lo merezcamos. Como cristianos sabemos que los milagros
existen y que Dios demanda que creamos en Él para que estos sucedan. Así
sucedió con Ana, ella tenía una petición enorme, no buscaba dinero, no buscaba
fama o poder como se busca hoy en día. Solo tenía un gran anhelo en su corazón;
deseaba tener un hijo. Ese dolor lo llevaba en su corazón por años, lo
anhelaba, lo pedía. Un día no sabemos si por la mañana o por la tarde, ella
hizo lo que hacía todos los días; orar. Se arrodilló y elevó su oración desde
lo más profundo de su corazón y le pidió a Dios un hijo y si Dios se lo
concedía ella lo dedicaría a Jehová todos los días de su vida. Dice la
Escritura: “Y Jehová se acordó de Ana y ella dio a luz un hijo y le puso por
nombre Samuel, diciendo: por cuanto lo pedí a Jehová. Samuel 1:20
Alégrese mujer tu corazón, si tienes una necesidad haz lo que
hizo Ana, derrama tu corazón delante de Jehová, y Él que te conoce, concederá
la petición de tu corazón de acuerdo a Su voluntad. No te rindas sigue
confiando y creyendo en Dios para que llegue tu milagro, así como Ana esperó y
lo recibió.
Queremos
orar por ti
Templo
Cristiano Eben-ezer
Saludos
cordiales, bendiciones
Maná
para Eben-ezer
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