“Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.” Números 6:24-26
La Biblia dice algo realmente importante acerca de las palabras que salen de nuestra boca: La lengua tiene poder de vida y muerte (Proverbios 18:21). Y a veces sucede que por el enojo, desesperación o tristeza declaramos con palabras negativas, maldición sobre nosotros y los nuestros y esto no debe ser así, fuimos llamados a ser bendecidos y ser de bendición para los que nos rodean, en especial a nuestros hijos.
Como padres de familia es nuestro deber velar por ellos, deseamos proveerles de todo e instruirles, aconsejarlos para que no comentan nuestros mismos errores, pero si algo sublime deseamos para ellos, no hay nada más especial que Dios mismo los bendiga, como solo Dios sabe hacerlo, esa bendición que no trae consigo tristeza, que sacia al alma y que produce al ser gratitud con su creador.
Hay muchos ejemplos bíblicos de Padres que bendicen a sus hijos, era como una costumbre que tenían de bendecir a los hijos y ellos lo valoraban pues sabían que eso tendría repercusión en sus vidas, tanto así que Jacob se las ingenió para que su padre lo bendijera a él en lugar de a su hermano Esaú.
Otros ejemplos de padres que pronunciaron bendición para sus descendientes:
Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré. Y los ojos de Israel estaban tan agravados por la vejez, que no podía ver. Les hizo, pues, acercarse a él, y él les besó y les abrazó. (Génesis 48:8-10)
Y se levantó Labán de mañana, y besó sus hijos y sus hijas, y los bendijo; y regresó y se volvió a su lugar. (Génesis 31:55)
Por medio de la oración, por medio de nuestras palabras, de nuestra fe en Dios y sus promesas, hoy en día los padres tenemos el poder de bendecir la vida de nuestros hijos, ésta también es una forma de amarlos y ver el amor y poder de Dios sobre los nuestros.
Que cada día nuestro deseo y clamor sea que Dios haga resplandecer su rostro sobre nuestros hijos, que tenga misericordia de ellos y haga resplandecer su rostro sobre los nuestros y les de paz.
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