jueves, noviembre 22, 2012

NOS URGE LA FE EN DIOS




Cuando los discípulos le dijeron al Señor que les aumentara su fe, fueron muy honestos y humildes. Admitieron su debilidad, pero a la vez fueron osados al solicitar lo que más necesita el hombre. No le pidieron a Jesús que les aumentara los  dones o habilidades para hacer la obra. Esta petición es rara en este tiempo. Vivimos en una continua búsqueda por aumentar las ganancias y riquezas. Quisiéramos aumentar nuestros conocimientos para poder responder de una manera adecuada a aquellos temas que nos fascinan. Quisiéramos aumentar nuestras habilidades para hacer mejor el trabajo. En el hombre hay una sed natural por querer aumentar su estándar de vida. Pero me atrevería a decir que en muy raras excepciones hemos pedido a Dios que aumente nuestra fe.

Hablemos de nuestra propia vida espiritual. ¿No es cierto que cuando creímos en el Señor nuestra fe era tan grande, hasta el punto de vencer aun los problemas que considerábamos casi imposible? La experiencia de nuestra conversión nos hacía intrépidos, audaces y valientes. Pero qué fue pasando con el tiempo. Nos fuimos dando cuenta que aquella fe robusta, osada, digna de imitar por muchos, fue decayendo, apagándose como vela en la noche. El dominio de las preocupaciones, temores y angustias fue sustituyendo a esa fe poderosa de nuestra “luna de miel espiritual”. Ahora, a lo mejor sentimos la misma debilidad de los apóstoles. Pero no nos sintamos mal por esto. Al contrario, el hecho mismo de descubrirlo, y de pedir como los apóstoles, es una señal que plantea un cambio en esa fe. Cuando le pedimos al Señor que nos aumente la fe, lo que estamos diciendo es que no quisiéramos seguir con una fe raquítica y estéril. Por otro lado, esta petición de igual manera nos ayuda a redefinir la clase de fe que hemos llevado.

Mucha gente ha puesto su vista en tantas cosas que le “producen” cierta fe. Pero la Biblia nos dice que nuestra fe debiera  ser puesta en Jesús porque él es el “autor y consumador de la fe” (He. 12:2) Este es un texto muy serio. Quita del camino cualquier otra fuente de la fe. Y esa fe es dada por oír la palabra de Dios (Ro. 10:17) Es, además, una fe probada cuyos resultados finales son de gran bendición para el creyente mismo. ¿Qué tipo de fe estamos desarrollando? ¿Qué tanto estoy creciendo en esa fe?


Extraído de: http://www.ministros.org/

Saludos cordiales, bendiciones

Maná para Eben-ezer

Templo Cristiano Eben-ezer
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