El ser humano no fue creado para estar solo. Necesita compañía. Por más ermitaño que pueda parecer una persona y por más alejado que quiera estar de la sociedad, la realidad es hay una necesidad profunda en el corazón de sentirse amado, protegido, involucrado.
Nuestra familia, son aquellas personas cercanas a nosotros. Nuestro núcleo de personas más íntimas, con las que pasamos más tiempo, las que nos conocen como somos, que han estado ahí desde nuestro nacimiento. Ellas son las principales personas en quienes son sentimos refugiados, en confianza, "EN FAMILIA", donde podemos ser como REALMENTE somos y así somos ACEPTADOS Y AMADOS.
El plan de Dios para la familia es que habitemos confiados, seguros, alegres, prósperos y AMPARADOS. Por eso Dios creó a la familia, creó a esos ángeles terrenales incondicionales para hacernos comprender del amor de nuestro Padre Celestial, siempre buscan nuestro bien y están ahí para nosotros, pese a las circunstancias. La familia que Dios proveyó fue aquella donde habitara en plenitud el Amor de Dios, y debemos de buscar manifestar más ese amor entre los miembros de la familia, que es la base de toda sociedad y donde aprenderemos lo necesario para transmitir al mundo lo que somos en Cristo.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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