Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
Hebreos 9:22
Jesús derramó Su sangre en la cruz y eso hizo posible que nosotros recibiéramos el perdón de nuestros pecados, y fuéramos aceptos delante de Dios. Jesús pagó el precio por nosotros con Su propia sangre y nos compro a precio de sangre al morir en un madero.
Una hermosa realidad es que esa preciosa sangre que Jesús derramó por amor a nosotros nos purifica, nos redime y nos transforma. Y es Su sangre la que tiene poder para sanar, para libertar, para perdonar y para dar una nueva vida.
Sin lugar a dudas la sangre de Cristo es el más precioso de los regalos que Dios les ha dado a aquellos que por fe son Sus hijos.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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