Indudablemente que no somos ermitaños ni estamos aislados de la sociedad, hay dentro de nosotros un algo que nos hace ser sociables, amistosos. Tal vez ese algo sea un don de Dios para recordarnos que la unidad y la amistad es una virtud divina.
Jesús en cierta oración intercesora decía: Padre que sean uno como Tu y Yo somos uno. Y el asunto está comprobado, que entre dos personas en un mismo acuerdo pueden llegar más lejos o tener logros y metas trazadas incluso por si alguna razón uno de los dos tuviese un error o cayere, el amor que existe entre los buenos amigos se hará presente ayudando a levantar al caído.
De manera que una amistad sana, genuina es de más provecho que una amistad fingida o interesada. Yo te sugiero que fomentes las buenas amistades y que nos comportemos a la altura de cómo queremos que sean los buenos amigos y mejor aún te recomiendo que des un espacio generoso de tu vida y tu confianza a Cristo que es el mejor amigo, no te defraudará.
Su amistad es mejor, Su ayuda está siempre para levantarnos y Su compañía es invaluable. No olvides que Cristo te ama.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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