martes, abril 17, 2018

ENSEÑA QUE TUS HIJOS CUMPLAN CON DIOS




Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla;
porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
Eclesiastés 5:4



Hay muchas cosas que prometemos a Dios cuando tenemos una necesidad o tenemos un agradecimiento con Él. Pero debemos de recordar y enseñar a nuestros hijos, que cuando hacemos una promesa a Dios, hay que cumplir.

Cuando vayas a la casa de Dios, guarda tu pie. Acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios, quienes no saben que hacen mal. No te des prisa a abrir tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios, porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra. Sean, por tanto, pocas tus palabras.  Porque de las muchas ocupaciones vienen los sueños, y de la multitud de palabras la voz del necio. Cuando a Dios hagas promesa, no tardes en cumplirla, porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.  Mejor es no prometer que prometer y no cumplir. No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios. Eclesiastés 5:1-7.

Nuestros hijos deben saber, que hacer una promesa a Dios, y no cumplirla, puede tener graves consecuencias. Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. Hechos 5:1-5.

Muchas veces decimos, Dios sí me sanas, sí me das un trabajo, sí sanas a mi hijo, sí sanas a mi mama, sí me das una casa, sí me das un carro, etc, te prometo qué voy a la iglesia, que leo más la Biblia, que oro más, que hablo a mis amigos de Cristo. etc. Dios es grande en poder y misericordia, y hace las cosas, pero debemos de recordar y enseñar a nuestros hijos, que, sí prometemos algo a Dios, hay que cumplir.

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