Porque toda la ley en
esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Gal 5:14
Hablar de amor es tan
complejo y tan profundo como lo es Dios mismo, porque Él Es Amor. El máximo
nivel de amor solo puede ser dado por quién representa la esencia del amor:
Jesucristo, Quién Se Dio a Si Mismo por buenos y malos, por “justos” y
pecadores. Pero entonces aunque sea en un nivel inferior ¿cómo podemos intentar
imitar Su amor?
Lo más cercano al amor de
Dios en la humanidad es el intenso afecto, deseo y procuración del máximo bien
posible que tienen los padres con sus hijos y/o sus padres (con excepciones
aisladas). El amor humano por naturaleza se da o se expresa de manera condicional,
amamos a alguien o a algo porque nos gusta, porque nos hace sentir bien, porque
disfrutamos su presencia o nos hace disfrutar el momento que compartimos, etc..
Pero cuando algo ocurre y ya no es satisfactorio, repentinamente se va el amor
o al menos baja su intensidad o manifestación.
Todo aquél que necesite una mano amiga, que requiera ser escuchada, ayudada, apoyada, orientada, etc puede ser conocida o no, que forme parte de nuestra iglesia, cultura o preferencias o no, es nuestro prójimo.
El amor que solo llega a “sentirse” o “decirse”, no cumple con las expectativas de Dios, se debe reflejar en acciones que demuestren lo que se “siente” o se ”dice”. Siempre que esté en nuestras manos, ayudar, aconsejar, orientar, alentar a alguien, debemos hacer el esfuerzo de practicar el amor que Dios nos ordenó en Su palabra.
Hay un detalle importante que no se debe olvidar, amar al prójimo no necesariamente es siempre miel sobre hojuelas, muchas veces amar a alguien realmente es decirle la verdad, exhortarlo, aunque le pueda doler. Esto se debe que por el mismo amor, no se quiere que el ser amado caiga en los lazos del enemigo, se enferme o pierda algo (dinero, respeto, trabajo, dignidad, relación con Dios, etc).
Cuando Cristo nos dice que debemos amar aún a nuestros enemigos, no es que tengamos que tolerar o hacer como que no pasa nada y seguir alegremente por la vida sin los ajustes necesarios en el trato y las consecuencias de las acciones de quienes nos hacen mal, lo que realmente dice; es que no dejemos de pedir o interceder ante el Padre por ellos para que sean bendecidos y transformados y dejen de ser nuestros enemigos. El amor del ser humano se basa en sentimientos y emociones (las cuales pueden variar o acabar) y el amor que Jesús ordena, es un amor del intelecto, de la voluntad (obedecer), de la acción.
Tenemos mucho que aprender sobre el amor a nuestro prójimo, pidámosle a Dios que nos Ilumine y nos Ayude a nos solo sentir y expresar nuestro amor, sino hacerlo llegar a los otros con sabiduría.
Todo aquél que necesite una mano amiga, que requiera ser escuchada, ayudada, apoyada, orientada, etc puede ser conocida o no, que forme parte de nuestra iglesia, cultura o preferencias o no, es nuestro prójimo.
El amor que solo llega a “sentirse” o “decirse”, no cumple con las expectativas de Dios, se debe reflejar en acciones que demuestren lo que se “siente” o se ”dice”. Siempre que esté en nuestras manos, ayudar, aconsejar, orientar, alentar a alguien, debemos hacer el esfuerzo de practicar el amor que Dios nos ordenó en Su palabra.
Hay un detalle importante que no se debe olvidar, amar al prójimo no necesariamente es siempre miel sobre hojuelas, muchas veces amar a alguien realmente es decirle la verdad, exhortarlo, aunque le pueda doler. Esto se debe que por el mismo amor, no se quiere que el ser amado caiga en los lazos del enemigo, se enferme o pierda algo (dinero, respeto, trabajo, dignidad, relación con Dios, etc).
Cuando Cristo nos dice que debemos amar aún a nuestros enemigos, no es que tengamos que tolerar o hacer como que no pasa nada y seguir alegremente por la vida sin los ajustes necesarios en el trato y las consecuencias de las acciones de quienes nos hacen mal, lo que realmente dice; es que no dejemos de pedir o interceder ante el Padre por ellos para que sean bendecidos y transformados y dejen de ser nuestros enemigos. El amor del ser humano se basa en sentimientos y emociones (las cuales pueden variar o acabar) y el amor que Jesús ordena, es un amor del intelecto, de la voluntad (obedecer), de la acción.
Tenemos mucho que aprender sobre el amor a nuestro prójimo, pidámosle a Dios que nos Ilumine y nos Ayude a nos solo sentir y expresar nuestro amor, sino hacerlo llegar a los otros con sabiduría.
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