miércoles, septiembre 10, 2014

LIBRES DEL PECADO





El conocido estribillo expresa una alegría inmensa al decir: “Libre, yo soy libre, las cadenas del pecado han sido rotas…”

Y es que para poder ser libre de cualquier esclavitud, se requiere de la ayuda de alguien que posea la llave para darnos la libertad, el poder para transformar nuestra esclavitud y angustia, en gozo, gratitud y alegría y el amor para otorgarnos esa bendición a pesar de nosotros mismos.

Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores, el Hijo de Dios, El Todopoderoso, nuestro Salvador y Soberano Es el Único que Tiene las llaves de todo principado y potestad en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, Tiene el poder para hacer cualquier cosa que Él quiera hacer y Tiene el amor para hacernos libres del pecado, de la tristeza, de la angustia, del dolor y de la culpa.

Ya lo hizo al derramar Su sangre y pagar por nosotros la pena por el pecado y vencer la muerte por nosotros al resucitar al tercer día venciendo al enemigo de nuestras almas. Solo Desea que le creamos, que aceptemos Su regalo de amor, que le sigamos, que lo busquemos día con día y no demos lugar para volver a caer en la esclavitud pasada.

El Prometió estar con nosotros como poderoso gigante y además por siempre (Jer. 20:11, Mt. 28:20)

¿Para qué somos libres? Para cantarle, alabarle, servirle, compartirle a otros de Él, para gozarnos, para obedecerle y no como esclavos que hacen las cosas por fuerza y tenor de ser castigados, sino como siervos agradecidos que desean agradar a su Señor.

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