No nos gusta esperar, pareciera que no estamos diseñados para eso; sin embargo, ha sido la degradación de nuestra relación íntima con Dios la que nos ha llevado a estar desesperados, intranquilos, siempre queriendo estar en absoluto control de todas las cosas y sobre todo, sin paz.
Esperar en Dios es despojarse absolutamente de aquello a lo que nos aferramos, de aquello que queremos tener el control y administrar el cómo, cuándo y dónde queremos que sucedan las cosas. Pero ciertamente no tenemos el control de ellas. Nuevamente el salmista se apoya sola y únicamente en Dios. Se acabaron los recursos, se acabaron las ideas, las opciones, los sueños o soluciones. Dios quiera no llegar a ese extremo para poder acercarnos a Dios, sino que desde un principio le entreguemos nuestra vida y esperemos en Él. Me encanta cuando dice: “Mi esperanza está en Ti” = “Mi solución, mi respuesta, mi recurso, mi consuelo, mi alegría, TODO está en Ti” Y, ¿Cómo es Dios? Él simplemente es ¡¡¡Bueno!!! Es bueno a los que en Él esperan, al alma que le busca. (Lamentaciones 3:25)
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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