Hay momentos que como humano te sientes impotente, sin poder hacer algo para remediar tus dolores, esa enfermedad te agobia tanto que te debilitas, sin ganas de hacer nada, te molesta todo; entiendo a muchas personas que pasan esos momentos difíciles de sus vidas, sientes tu problema como una piedrita en el zapato que molesta o un aguijón clavado o un largo túnel donde la luz se ve muy lejos. Hubo momentos que el Rey David se sentía de esa manera, y clamaba a Dios: Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen (Salmos 6:2). En esos tiempos de desesperación quieres desmayar a causa de la enfermedad, hasta los huesos flaquean, pero clama como David, con todas tus fuerzas, dile al Señor ten misericordia de mí, ya no puedo más con esta prueba. Veras que vendrá la respuesta de Dios a tu vida, ten fe, como Dios le dijo a Ezequías: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová (Reyes 20:5).
Muchas personas han recibido de la ciencia médica un diagnostico nada alentador de su enfermedad, nadie quisiera pasar por ese momento de angustia y temor, escuchar a un médico decirte: lo siento te detectamos una enfermedad incurable y no hay el remedio eficaz para ti. Entonces, se te cae el mundo encima y sin fuerzas para luchar, con la enfermedad que te consume y el dolor en el corazón, sin una respuesta alentadora, pero déjame decirte que no estás solo con tu dolor, el Señor te da las fuerzas para soportar tu prueba, Él te dice: Porque así ha dicho Jehová: Incurable es tu quebrantamiento, y dolorosa tu llaga. No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces. (Jeremías 30:12). Dios se acuerda de ti y está contigo, no desmayes y también te dice: Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda (Jeremías 30:17). He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad (Jeremías 33:6). Aunque los médicos te hayan dicho que tu enfermedad no tiene remedio, te han desahuciado porque tu mal está muy avanzado, pero hay un Dios que no miente y da una promesa para ti que no debemos pasar por alto: PORQUE YO SOY JEHOVÁ TU SANADOR (Éxodo 15:26).
Se fuerte en el nombre de Jesús. Di como el apóstol Pablo, Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; PORQUE CUANDO SOY DÉBIL, ENTONCES SOY FUERTE (2 Corintos 12:8-10). Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; DIGA EL DÉBIL: FUERTE SOY (Joel 3:10).
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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