¿Cuántas veces nos hemos escapado a algún viaje o hemos visitado lugares o algún otro lugar para distraernos de la rutina de la vida, huyendo de los problemas, para distraernos del estress y las presiones diarias, para olvidar problemas personales o sentimentales? Creo que alguna vez lo hemos hecho o al menos lo ha pensado. Tal vez podemos encontrar la paz en diversas fuentes que el mundo ofrece, pero no me dejará mentir que sólo ese momento goza de esa paz, pero oh realidad, regresa a sus actividades diarias, a la rutina, al estress y todo sigue igual. Déjeme decirle que hay una paz tan grande que aunque usted tenga problemas y todo ande mal, la paz de Jesús viene a llenar tu vida completa, y usted ya no sentirá la carga tan pesada, deposite y descanse en Él.
Jesús vino a reconciliar todas las cosas, vino a reconciliar tu vida con Dios, si tú eres pecador y no le has conocido o no le has aceptado como tú Señor y Salvador de tu vida hoy es el tiempo. Jesús dio Su vida en rescate por ti y por mí, derramando Su sangre para darnos una nueva vida en Él. El apóstol Pablo nos deja una descripción ahora que somos miembros de la familia de Dios por la sangre de Cristo: En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (Efesios 2:12 -19).
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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