María de Jerusalén era una viuda rica. Lo sabemos porque era propietaria de una casa bastante grande para que cupiera en ella toda la congregación. Y porque Ia casa tenía un gran portal, por lo que podemos suponer que era una de las casas notables de Jerusalén.
Esta María se había unido al servicio del Señor muy pronto. Su hijo, Juan Marcos se había hecho ministro de la Palabra, y acompañó a Pablo en uno de sus viajes. Es también el autor de uno de los Evangelios, el de Marcos. Pero, vamos a ver a lo que las Escrituras nos dicen de ella. La congregación se reunía en su casa de modo regular durante los días de Ia persecución de Herodes Agripa, que echó a los cristianos del Templo, donde se reunían antes. Entonces María les abrió la puerta de su casa para que juntos se reunieran a alabar a Dios.
María tiene interés para nosotros en el hecho que no se limitó a entregar solo su contribución para la obra en las colectas de la iglesia, sino que poseyendo una casa espaciosa, la puso toda ella a disposición de la congregación de los creyentes.
María fue grandemente bendecida por Dios, de tal manera que compartió esas bendiciones con la Iglesia, en su abundancia, bendijo a los demás y contribuyó para que el evangelio de Cristo fuera predicado. Deberíamos tener hoy en día, más Marías que ofrezcan sus casas y sus vidas para la obra de Dios.
Tomado de www.adorador.com
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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