Cuán hermoso es el testimonio de mujeres que se han acercado al Señor, y Él no se ha dejado esperar a responder a sus necesidades. La historia de Ana nos invita a insistir con nuestras peticiones a Dios, pues Él se encargará de ellas por más difíciles que estas sean. Antes de la oración de Ana había aflicción, porque Jehová no le concedió tener hijos, al grado tal que Elcana, su esposo, que la amaba le dijo: ¿No te soy yo mejor que 10 hijos?, pero ella sentía el dolor por el desprecio de Penina, la otra mujer de Elcana, que la irritaba cada vez que subían al templo cada año, al grado que la hacía enojar, y Ana se entristecía; Además, cuando ella oró fervientemente a Dios y en silencio, fue confundida como una mujer ebria, pero lo cierto es, que ella obtuvo una gran victoria. Ella oró y Jehová le respondió.
La petición de Ana la ejercito en fe, su clamor fue tal que a partir de ese momento Ana fue otra y experimento un cambio radical en su vida, como nos dice la biblia en 1º Samuel 1:18 y se fue la mujer por su camino, y comió y no estuvo más triste. Ella tuvo la convicción que su clamor había sido escuchado. Ana, segura de la promesa creyó en esto: “todo es posible para el que cree”, ella sintió el respaldo de Dios, vino una paz en su alma y una esperanza llegó a su vida. Dios la ejercitó en paciencia. No fue al tiempo de ella sino al tiempo y a los planes que Dios ya tenia.
Ella continúo en la búsqueda de Dios, ya no pidió por su petición, nos dice la biblia que ella y su esposo se levantaron de mañana y adoraron delante de Jehová, y después Jehová se acordó de ella (1º Samuel 19, 20). Ella fue ejercitada para llevar una vida comprometida para con Dios pues hizo voto a Jehová, como nos dice en 1º Samuel1.11 Yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida y no pasará navaja sobre e su cabeza. La mujer con necesidad no es pedir algo solamente, sino que Dios siempre lo hace con un propósito; su vida estará siempre ligada a Dios, comprometida a servirle incondicionalmente.
La bendición de Dios hace grandes cosas, quizás Ana nunca se imagino que su hijo Samuel sería un instrumento especial y usado por Dios; siendo niño ministraba delante del Señor usando un efod de lino, su madre le hacia una túnica pequeña cada año y se la traía cuando subía con su marido a ofrecer sacrifico anual. Este pequeño llego a ser un gran profeta sacerdote y juez. La palabra de Dios dice: Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia, oh Dios de nuestra salvación, esperanza de todos los términos de la tierra, y de los más remotos confines del mar (Salmos 65:5).
La petición de Ana nos invita a cambiar nuestras oraciones de ser rutinarias, egoístas, excesivas y llenas de formalidad a un deseo vehemente de paciencia, fe, y compromiso; Siempre delante de su presencia cumpliendo el voto que un día hicimos delante del Señor, y
así expresemos como Ana: Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
Templo Cristiano Eben-ezer
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