Aunque para los fariseos y saduceos Jesús no era más que un profeta, alguien que se decía ser hijo de Dios, esto no fue para él un estorbo o presentó algún impedimento para su ministerio, Él estaba consciente de quién era y a que había sido enviado, siempre que hablo de si lo hizo con poder y autoridad, los milagros y maravillas que Él hizo dan testimonio que es verdad todo lo que Él dijo de sí.
El dijo de si yo soy la puerta, yo soy el camino, la verdad y la vida, yo soy la luz del mundo, yo soy la vid verdadera, yo soy el pan de vida, yo soy la resurrección y la vida.
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