esté ahora atento tu oído y abiertos tus
ojos
para oír la oración de tu siervo,
que hago ahora delante de ti día y noche..
Nehemías 1:6
En los días de Nehemías, los muros de Jerusalén estaban en
ruinas, la ciudad era, literalmente, un montón de piedras y la iglesia se había
desviado totalmente, no quedando ni un solo testigo. Los poderes malignos que
rodeaban Israel los perseguían severamente, burlándose de cada obra que ellos
querían emprender.
¿Cómo respondió Dios en tal tiempo de ruina? ¿Envió acaso, un
ejército bien entrenado para ayudarlos? ¿Envió a la guardia de palacio para
herir a aquellos enemigos prominentes? No, Dios levantó a un hombre: Nehemías.
Nehemías era un hombre con la carga de Dios en el corazón.
Pasaba su tiempo orando, ayunando y en lamento, porque él estaba quebrantado
por la condición de Israel. También excavaba continuamente en la Palabra de
Dios, comprendiendo la profecía y moviéndose en el Espíritu.
Aunque Nehemías sirvió como copero del rey de Persia, él se
mantuvo apartado de la maldad que lo rodeaba. En medio de toda la sensualidad,
inmoralidad e impiedad que tenía lugar en Israel, él mantuvo un caminar santo
con el Señor. Y, a cambio, todas las almas de los que le oían predicar, se
purificaban.
Pronto un avivamiento de santidad barrió aquella tierra. “Y se
purificaron los sacerdotes y los levitas; y purificaron al pueblo, y las
puertas, y el muro” (Nehemías 12:30). La casa de Dios también fue purgada y se
echó fuera todo lo que era de la carne.
Amados, ¡este es el concepto de Dios de un avivamiento! Sólo se
trata de barrer cada cámara en tu corazón que sea impura y no santificada. Él
quiere que no quede ni un lugar oscuro.
¿De dónde obtuvo Nehemías tal autoridad espiritual, para hacer
que los transigentes tiemblen y para traer de vuelta el temor de Dios al
templo? El rey no se la dio. No, Nehemías obtuvo su autoridad de rodillas,
llanto, quebranto, deseo de conocer el corazón de Dios. Y debido a que él era
un hombre de oración, él fue capaz de confesar los pecados de toda una nación:
“Esté ahora atento tu oído…para oír la oración de tu siervo, que hago ahora
delante de ti día y noche…y confieso los pecados de los hijos de Israel…yo y la
casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no
hemos guardado los mandamientos…” (Nehemías 1:6-7).
Tomado de Tiempo de Avivamiento
Queremos
orar por ti
Templo
Cristiano Eben-ezer
Saludos
cordiales, bendiciones
Maná
para Eben-ezer
Búscanos
y síguenos en Facebook
No hay comentarios:
Publicar un comentario