Si Jehová
no edificare la casa,
en
vano trabajan los que la edifican; Salmo
127:1
El versículo nos habla acerca de la imperiosa necesidad de que la casa de todo creyente debe desde sus cimientos estar afirmada en la bendita, santa e infalible Palabra de Dios.
Si Dios no es el Dueño y Señor del hogar, de nada sirven los esfuerzos del hombre para hacer la edificación. Podría utilizar materiales de primera calidad, contratar los mejores arquitectos y una mano de obra muy bien calificada pero si en medio de toda esa suntuosidad no está Dios de nada servirá que los vigilantes se desvelen para cuidarla, ya que al no estar afirmada en Dios tarde o temprano será su ruina pues al carecer de cimientos fuertes se vendrá abajo quedando destruida por completo.
Es responsabilidad del varón procurar que su hogar y su familia se rijan por las normas establecidas en la Biblia. Es su responsabilidad que en su diario vivir tanto él como los suyos sean guiados y dirigidos por la Instrucción divina.
Al ser cabeza del hogar su responsabilidad es velar y ser ejemplo de amor, reverencia, respeto y compromiso hacia Dios tanto para su esposa como para sus hijos. Esa es su gran responsabilidad entregada por Dios para cumplirla y ponerla en práctica todos los días de su vida.
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