miércoles, marzo 09, 2016

PALABRA DESDE LA CRUZ



Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él.
Juan 3:17

El tiempo del ministerio de Jesús en la tierra fue de aproximadamente tres años, período en el cual Él compartió el mensaje de salvación, arrepentimiento, de amor al prójimo y vida eterna, y esto no cesó incluso estando ya crucificado en la cruz a punto de morir.

Y el hecho de pensar en que aun estando en agonía, tuvo tan grande amor, tan infinita misericordia que se dio el tiempo  de rogar al Padre Celestial por perdón para quienes le habían hecho tantas atrocidades Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Lucas 23:34a, de dar palabra de esperanza de salvación a un pecador arrepentido en su último momento: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso Lucas 23:43

Tuvo tiempo también para considerar y preocuparse que María su madre fuera apoyada, dejando este encargo  a Juan el discípulo amado: Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. Juan 19:26-27.

Hubo también, en su calidad de ser humano, una necesidad física y emocional, pero fue para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed Juan 19:28,  Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Mateo 27:46

Y así en total obediencia a Dios, finalmente Jesús murió: clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Lucas 23: 46,  Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. Juan 19:30

Si desde hace tiempo tú aceptaste este maravilloso regalo de salvación, hoy te invito a que seas obediente y generoso, considerando compartir con otros lo que Jesús hizo por ti en la cruz del calvario.

Y si ese mensaje de salvación, por alguna razón, no ha llegado a tu vida, hoy no hay pretextos, reflexiona lo que Dios hizo por ti y por mí,  valora la obediencia de Jesús al morir en esa cruz para perdón de nuestros pecados; y acepta el regalo de salvación a través de Jesucristo.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Juan 3:16-18

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