Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él.
Juan 3:17
El
tiempo del ministerio de Jesús en la tierra fue de aproximadamente tres años, período
en el cual Él compartió el mensaje de salvación, arrepentimiento, de amor al
prójimo y vida eterna, y esto no cesó incluso estando ya crucificado en la cruz
a punto de morir.
Y
el hecho de pensar en que aun estando en agonía, tuvo tan grande amor, tan
infinita misericordia que se dio el tiempo
de rogar al Padre Celestial por perdón para quienes le habían hecho
tantas atrocidades Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Lucas 23:34a,
de dar palabra de esperanza de salvación a un pecador arrepentido en su último
momento: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso Lucas 23:43
Tuvo
tiempo también para considerar y preocuparse que María su madre fuera apoyada, dejando
este encargo a Juan el discípulo amado: Cuando
vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente,
dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu
madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. Juan 19:26-27.
Hubo
también, en su calidad de ser humano, una necesidad física y emocional, pero
fue para
que la Escritura se cumpliese: Tengo sed Juan 19:28, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado? Mateo 27:46
Y
así en total obediencia a Dios, finalmente Jesús murió: clamando a gran voz, dijo: Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu. Lucas 23: 46, Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza,
entregó el espíritu. Juan 19:30
Si
desde hace tiempo tú aceptaste este maravilloso regalo de salvación, hoy te
invito a que seas obediente y generoso, considerando compartir con otros lo que
Jesús hizo por ti en la cruz del calvario.
Y
si ese mensaje de salvación, por alguna razón, no ha llegado a tu vida, hoy no
hay pretextos, reflexiona lo que Dios hizo por ti y por mí, valora la obediencia de Jesús al morir en esa
cruz para perdón de nuestros pecados; y acepta el regalo de salvación a través
de Jesucristo.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga
vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado;
pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del
unigénito Hijo de Dios. Juan 3:16-18
Queremos orar por
ti
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Eben-ezer
Saludos cordiales,
bendiciones
Maná para
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