lunes, enero 25, 2016

BENEFICIOS DE LA PRESENCIA DE DIOS EN LA CIUDAD



y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán,
si oyeres la voz de Jehová tu Dios.
Deuteronomio 28:2



Cuando en una ciudad sus habitantes buscan  de la presencia de Dios hay muchos beneficios. En Dios hay paz, seguridad, soluciones, estabilidad, confianza, gozo, libertad, victoria, vida, ganancias, esperanza, etc. Y de lo contrario cuando sus habitantes esta lejos o apartados de Dios, hay inseguridad, problemas, inestabilidad, desconfianza, tristeza, amargura, derrotas, perdidas, muerte, etc.

Para que nuestra ciudad reciba los beneficios de Dios,  nosotros tenemos que ser el medio para que eso acontezca, predicando y proclamando la salvación  y el arrepentimiento en nuestra ciudad. Orando y pidiendo por nuestros gobernadores para que gobiernen con sabiduría, pues ellos  han sido puestos por Dios.  Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él. (Romanos 13:1)

La Biblia nos enseña de la ciudad de Nínive, que por su maldad acarrearon muerte, pero al arrepentirse y buscar la presencia de Dios obtuvieron grandes beneficios. Pasar de destrucción a vida.

La Palabra del Señor vino a Jonás hijo de Amitay: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia. Jonas 1:1-2 La palabra del Señor vino por segunda vez a Jonás: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar. ¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Jonas 3:1-2

Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento. Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza. Luego mandó que se pregonara en Nínive: «Por decreto del rey y de su corte: »Ninguna persona o animal, ni ganado lanar o vacuno, probará alimento alguno, ni tampoco pastará ni beberá agua. Al contrario, el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos. ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, y aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos.» Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado. Jonás 3:5-10


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