miércoles, diciembre 16, 2015

AGRADECIENDO A DIOS POR SU COMPAÑÍA



AGRADECIENDO A DIOS POR SU COMPAÑÍA

Aunque pase por el valle de sombra de muerte no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo;  tu vara y tu cayado me infunden aliento.  Salmos 23:4 

Muchas veces cuando tenemos todo, cuando no nos falta nada, no puede sobrar quien nos quiera acompañar, quien  quiera estar con  nosotros. Como se dijera tengo amigos y compañía por montón. Pero un verdadero amigo no es aquel que te acompaña cundo las cosas siempre van bien, sino aquel que en los buenos y malos momentos  te acompaña y siempre esta contigo.

Muchas veces hemos agradecido a familiares, amigos cuando nos acompañan a un evento o acontecimiento.

Dios siempre nos acompaña a nosotros sea la situación o circunstancia por la cual estemos pasando, y lo mas confortable es cuando nos acompaña en esos malos o difíciles momento por los cuales pasamos y nos hacen sentir como si estuviéramos solos. Pero Dios siempre esta ahí.  Dice su palabra en Salmos 23:4  Aunque pase por el valle de sombra de muerte no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo;  tu vara y tu cayado me infunden aliento.

Hay una reflexión muy conocida, de como Dios siempre nos acompaña y nunca nos abandona.

Huellas en la arena.

"Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida. Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.

Cuando la última escena pasó delante nuestra, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena, y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena. Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor:
- Señor, Tú me dijiste, a través de tu palabra, que siempre irías conmigo a lo largo del camino de mi vida. Sin embargo durante los peores momentos de mi existencia veo que hay en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tú me abandonabas en las horas en que yo más te necesitaba-.

Entonces, Él, fijando en mí su bondadosa mirada me contestó:
- Mi querido hijo. Yo siempre te he amado y jamás te abandoné en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente en los momentos de tu vida donde te llevé en mis brazos-."


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