"Qué afortunado es el que se apoya en ti, el
que sólo piensa en andar en tus caminos.
Cuando pasa por el valle de las Lágrimas, lo
convierte en un oasis
bendecido por la lluvia temprana" Salmos 84:5-6
No hay mayor garantía de soportar una prueba y de pasarla que aquel
quien tiene en su corazón los caminos del Señor. Será como ese
árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo y su
hoja no cae; y todo lo que hace prosperará. No verá cuando viene el calor, sino
que su hoja estará verde; y en el año de la sequía no se fatigará, ni dejará de
dar fruto. (Salmos 1:3; Jeremías 17:8)
La Biblia dice que somos Bienaventurados aquellos que tenemos en ÉL nuestras fuerzas y bienaventurados aquellos que tenemos en nuestro corazón Sus caminos, porque de ser así, cuando pasemos por dificultades, cuando pasamos por el valle del dolor y de las lágrimas, se cambiará en alegría y en gozo. El pueblo de Israel tenía que pasar y hacer un largo viaje para llegar a Sion (Jerusalén) y adorar en la casa de Su Rey. Un camino en condiciones áridas y secas. Un camino donde estaba lleno de ídolos por donde caminaban. Pero los adoradores cantaban y se gozaban en su Dios, recordaban sus maravillas y entonces ese camino largo, difícil y desesperante ( Valle de Baca o de Lágrimas), se tornaba en un peregrinaje de alabanza y de hacer memoria de todas las obras de Dios. Entonces el pueblo iba cantando en medio del desierto, en medio del calor y molestias y su camino ya no se les hacía pesado ni lejano, ellos iban alabando a Dios a través de ese Valle de Lágrimas con el propósito de llegar a la ciudad de Dios. Por eso el cántico dice: "Irán de poder en poder, verán a Dios en Sion". Su único deseo y lo que les motivaba era ir y estar en la Presencia de su Dios. Ellos mismos cambiaron su desierto en fuente porque tenían en la mira al Único Digno, y porque tenían en Alta Estima estar en la casa de Dios, la ciudad de David, Sion, en Jerusalén, no importando por dónde pasaran.
La Biblia dice que somos Bienaventurados aquellos que tenemos en ÉL nuestras fuerzas y bienaventurados aquellos que tenemos en nuestro corazón Sus caminos, porque de ser así, cuando pasemos por dificultades, cuando pasamos por el valle del dolor y de las lágrimas, se cambiará en alegría y en gozo. El pueblo de Israel tenía que pasar y hacer un largo viaje para llegar a Sion (Jerusalén) y adorar en la casa de Su Rey. Un camino en condiciones áridas y secas. Un camino donde estaba lleno de ídolos por donde caminaban. Pero los adoradores cantaban y se gozaban en su Dios, recordaban sus maravillas y entonces ese camino largo, difícil y desesperante ( Valle de Baca o de Lágrimas), se tornaba en un peregrinaje de alabanza y de hacer memoria de todas las obras de Dios. Entonces el pueblo iba cantando en medio del desierto, en medio del calor y molestias y su camino ya no se les hacía pesado ni lejano, ellos iban alabando a Dios a través de ese Valle de Lágrimas con el propósito de llegar a la ciudad de Dios. Por eso el cántico dice: "Irán de poder en poder, verán a Dios en Sion". Su único deseo y lo que les motivaba era ir y estar en la Presencia de su Dios. Ellos mismos cambiaron su desierto en fuente porque tenían en la mira al Único Digno, y porque tenían en Alta Estima estar en la casa de Dios, la ciudad de David, Sion, en Jerusalén, no importando por dónde pasaran.
Si en nuestro corazón está ese vivo deseo de ir a buscar a Dios, si en
nuestro corazón están Él y Sus caminos (mandatos, enseñanzas), nuestra
situación cambiará porque en nuestro peregrinaje iremos viendo como al
Invisible y llegaremos a la meta y a nuestro destino, por más difícil que sea
el camino podremos dar un cántico de alabanza porque Él está ahí, en
nuestro corazón y podremos cambiar el valle de lágrimas en fuente. Al final
veremos a Dios, nos llevará de poder en poder.
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Templo Cristiano Eben-ezer
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