Jesús,
Maestro por excelencia ilustró con la parábola del buen samaritano. Relata que
él invirtió su tiempo para levantar aquel hombre que cayó en desgracia. Tanto sus
recursos para ayudarlo, sus atenciones
para cuidarlo y fue mas allá de sus fuerzas, al decirle al mesonero: “Cuídalo y
lo que gaste al volver te pagaré”.
Jesús
al compartir dicha parábola dejaba grabada en sus seguidores algo importante, el
amor hacia el prójimo. Donde el
significado es más que una simple expresión, mejor dicho es una continua forma
de vida, ponerse en lugar del necesitado, hambriento, sediento, desprotegido. Cuando
el hombre sea sensible al dolor ajeno, es entonces que tendrá una gran trascendencia,
porque estarán seguras nuestras
generaciones ya que nuestros hijos sentirán
el deseo de extenderse por amor, al ayudar a otros se gozaran utilizando sus
recursos para los más necesitados, es entonces que su corazón palpitara al
ritmo del corazón de Dios y amaran con sinceridad cumpliendo así la palabra de
Dios que dice: “Antes sed benignos
unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también
os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4:32
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