Las Sagradas Escrituras por medio del apóstol Juan declaran firmemente que: “Jesús es el camino, la verdad y la vida y que la única manera de llegar a Dios y conocerle es a través de Jesús Su Hijo” (Juan 14:6)
Jesús mismo fue quien dijo estas palabras, que impresionaron tanto a Juan de tal manera, que las atesoró en su corazón, y por revelación del Espíritu Santo, las escribió en su evangelio para testimonio al mundo y que éste supiera las grandes maravillas que Dios ofrece a su pueblo.
El mundo hoy día nos ofrece tantas y tantas cosas, que son tan atractivas y tentadoras que nos invitan a sumergirnos en ellas, dándonos momentos de placer y disfrute, sin muchas veces darnos cuenta que sus deleites son temporales, y que en lugar de beneficiarnos, traen sentimientos de culpa, ya que son perjudiciales y afectan nuestra relación con Dios. En cambio Jesús tiene mucho que ofrecernos, más que ningún otro, y lo que ofrece nadie más puede ofrecerlo y mucho menos darlo.
Cuando se despojó de Su grandeza y se hizo hombre, Jesús vino al mundo para rescatar y salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10), ofreció, dió y dará salvación a todo aquel que en Él cree; (Juan 3:16) vino para sanar a los enfermos, y para traer vida, vida abundante y eterna. Ofreciéndonos una vida en el cielo en compañía de los ángeles de Dios, en la cual no habrá llanto, ni tristeza, ni dolor, sino que será un hogar en el cual todos los lavados por la sangre del Cordero, alabaremos y glorificaremos a Dios.
Dios ha puesto delante nuestro la vida eterna, por medio de Jesús, ese es el mejor de los regalos que podemos recibir y que ningún otro puede ofrecer, de tal manera que con gozo debemos recibirlo y darle gracias a Dios por ofrecernos y darnos tan hermoso regalo, un regalo que por Su gracia nos permitirá estar un Dios ante el trono de Dios, alabando y adorando Su Magnificencia y Majestad.
Demos gracias a Dios por todo lo que Él nos ofrece y nos ha dado, y si lo ofrece es nuestro deber aceptarlo, es lo mejor que podríamos hacer, seremos más que beneficiados.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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