Seguramente has leído o escuchado en alguna predicación la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:30-37); esta fue contada por Jesús a un maestro de la ley para aclararle un cuestionamiento: ¿Quién es mi prójimo?(v29b) Esta parábola habla acerca de un hombre que fue golpeado y asaltado en el camino por unos ladrones; pasaron por el camino un sacerdote y un levita (conocedores de la ley de Dios), quienes se pasaron de largo sin ayudar a este hombre herido; posteriormente pasó un samaritano quien fue movido a misericordia (v33a) y le ayudó a sanar sus heridas y llevándolo a un mesón donde cuidó de él. Y dice la Palabra de Dios que Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. (v35)
En cierta ocasión leí una reflexión relacionada a esta parábola y fue muy especial la manera en la que Dios me hizo aprender a través de ésta:
En realidad, el Buen Samaritano era el Señor, y el mesonero es Su administrador, ¡como nosotros! Y todo lo que gastemos en Su Obra de rescatar vidas y salvar almas, ¡Él nos lo pagará con creces! Es más, ha prometido que si le obedecemos y abrimos las ventanas de nuestra vida a los demás, Él "abrirá las ventanas de los cielos ¡y derramará bendición hasta que sobreabunde!" (Malaquías 3:10) extracto tomado de La Familia Internacional.org
Definitivamente que este hombre que ayudó a otro, debe ser un ejemplo para nuestras vidas; tal vez nos cuesta trabajo ser de ayuda a otros colaborando en los diferentes ministerios de nuestras iglesias ¡en ellos siempre se necesita mucha ayuda!, o quizás no nos sentimos capaces de ayudar cuando alguien lo necesita, o tal vez queremos ser ciegos y sordos para no darnos cuenta de que mi prójimo necesita ayuda, sin embargo es importante que le pidamos a Dios ser movidos a misericordia así como fue con el samaritano, y que no seamos como esos sabios de la ley que tenían grabados en sus mentes pero no en sus corazones: Amarás al Señor t u Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Lucas 10:27
Recuerda que un día todos, sin excepción, seremos llamados a dar cuentas al Señor, y ojalá que todos podamos escuchar esas hermosas palabras de nuestro Padre Celestial: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Mateo 25:23
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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