Esta
es una de las escenas más conmovedoras en las que se involucran la fe de un
necesitado. Un hombre que reconoce que su enfermedad era la más
despreciada y que lo tenía en las
afueras de la sociedad y la única manera de reintegrarse a los suyos era que
estuviera libre de esa lepra. La fe de este hombre se centra en que sólo Jesús
es el único que puede limpiarlo o sanarlo.
Y no importando el rechazo de la
gente se dirigió directamente hacia donde estaba su única oportunidad de salud:
Jesucristo.
Este
hombre no deja de conmoverme, porque una vez que está cerca de Jesús, no sólo
reconoce que su cuerpo está leproso, (que para muchos era consecuencias del
pecado), sino que reconoce también la Divinidad de Jesús y se presentó a Jesús
de la manera en que todos deberíamos de presentarnos: A sus pies, apelando a Su
misericordia. Casi le decía: soy un pecador pero si Tu quieres puedes salvarme,
soy un leproso pero si Tu quieres puedes limpiarme.
Jesús
no cuestionó a este hombre solamente vio la sinceridad de su corazón, la fe y
simplemente lo sanó y le dijo: Quiero, sé limpio.
Hermanos
y amigos la actitud de este hombre nos debe enseñar que para llegar a Jesús sea
cual sea nuestra enfermedad, no sólo hay que tener fe en Él, sino presentarnos
de la manera correcta reconociendo que Él es el Dios de la misericordia y
nosotros somos los que necesitamos de esa misericordia.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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