Había una mujer llamada Ana la cual Jehová no le había
concedido tener hijos y por lo tanto el espíritu de esta mujer estaba triste,
abatido, sin fuerzas, pero aún así, dice la Biblia que el ella con amargura de
alma oró a Jehová y créame que no perdió el tiempo ni mal invirtió sus palabras
porque sus oraciones fueron escuchadas a su tiempo.
Y ella volvió al templo en donde algún día estuvo
llorando por la petición que tenía pero esta vez se encontraba alegre, gozosa reconociendo
el milagro que Dios había hecho. No sé, pero cada vez que leo este versículo conmueve
mi alma al ver la victoria en ese logro obtenido, ¡UN HIJO! Ella sabía que no
estaba en sus fuerzas, ni en sus recursos solamente quedaba que Dios viera el
deseo de su corazón y se compadeciera de
ella. Y así fue… Ella obtuvo lo que puso en las manos de Dios y él concedió el
deseo de su corazón.
Si estás en medio de una situación parecida, o en cuanto
te acuerdes de aquel sueño, alguna meta tan esperada has un alto en tu vida,
tal vez te estás esforzando mucho en obtenerlo, trabajas más para ver más
cercano la recompensa pero lo que tienes que hacer es olvidarte un poco de tus
fuerzas y dejar obrar a Dios, aceptar
que Dios es el único que puede convertir ese deseo o sueño en un logro, en algo
verdadero. El Señor puso vida en un
vientre que no podía concebir… ¿Aún dudas en que Él pueda conceder el anhelo de
tu corazón? Piénsalo bien y recuerda que tus oraciones a su tiempo serán
respondidas y llenas de victoria. “Encomienda a
Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará”
Espero que tu,
como aquella mujer un día vuelvas y declares: “Por esta petición
oraba:__________________, Y JEHOVÁ ME DIO LO QUE LE PEDÍ”
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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