Uno de los privilegios que tenemos o adquirimos al ser hijos de Dios es poder hablar con Él y en esa conversación que entablamos con nuestro Dios tenemos la oportunidad de pedirle milagros, sanidades, prodigios, maravillas en nuestra vida, probablemente tendremos que pasar por momentos de enfermedad, y es posible que nuestro espíritu sea abatido por el dolor y la enfermedad, y cuando nuestras fuerzas han menguado, cuando los recursos se han terminado, cuando no hay opción a nuestro entender, afortunadamente nos queda una que quizá hemos dejado al final y es CLAMAR A DIOS, clamar a Aquél que es más grande que la enfermedad, Aquél que venció la misma muerte, no importa la enfermedad que sea, el dolor que aqueje, Él tiene poder para deshacer cualquier malestar, Él tiene el poder y la autoridad para SANAR pero sobre todo tiene el amor para escuchar nuestro clamor y atenderlo el salmista declaró A Ti clamé y me SANASTE, tu enfermedad no es más que la oportunidad de ver la Gloria de Dios en tu vida, ese dolor y abatimiento no es otra cosa que el camino para sentir Su mano obrar, clama a Dios y ve Su sanidad en tu enfermedad, Dios es fiel.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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