Cuando estamos pasando por una enfermedad es tanta la desesperación que se vienen a nuestra mente tantas cosas que no podemos explicarnos; no hay quien nos pueda dar esa respuesta y peor aún no hallamos consolación en nada, al contrario esa angustia nos va invadiendo por completo.
Pero en medio de esa enfermedad, sabemos que no estamos solos, y podemos confiar en que hay un Dios lleno de amor, poder y bondad al que si le pedimos con fe y declaramos que Dios es nuestro sanador, Él va a limpiar nuestro cuerpo y desaparecer toda enfermedad.
Y con esa misma fe, sabremos que después de esa gran lucha Dios derramara abundantes bendiciones a nuestras vidas.
La bendita palabra de Dios nos dice en 2ª Corintios 12:9,10, Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriare más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias, porque cuando soy débil, entonces soy fuete.
Tengamos presente que Dios es nuestro Médico de médicos, y que para Él no hay nada imposible, solamente oremos, declaremos con fe y confiemos pacientemente en Él obre conforme a Su voluntad. Y así su gloria se manifestará con victoria en nuestras vidas. Amén
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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