¿Conoces al Dios que te ama? ¿Realmente lo conocemos? Su amor es más basto que el ancho mar, Su piedad y bondad alcanzan generaciones y generaciones. ÉL tiene un especial cuidado de nosotros, Sus brazos nos rodean y nos llenan de paz y seguridad. Nos anhela celosamente (santiago 4:5) Entonces, teniendo y sabiendo de un Dios maravilloso y grande en poder y gloria que nos ama, ¿Cómo no estar convencidos de que ÉL hace todas las cosas con y por amor, que las hace con un toque especial para sanar nuestra vida, para transformar corazones, para hacernos más bellos y más limpios ante Su Presencia?
El problema es que la mayoría de las veces, nos cuesta demasiado darnos cuenta de eso y pensamos que Dios no nos ama y que no le interesamos, que no tiene un cuidado de nosotros y que no tiene nada bajo control. La realidad es otra. Dios siempre está ahí, los que no estamos somos nosotros, no estamos apercibidos ni en línea directa con nuestro Dios, si lo estuviéramos, aún en medio de la lucha y de la prueba estaríamos gozosos y agradecidos, sabiendo que es necesario pasar por momentos difíciles, para producir en nosotros el Fruto del Espíritu Santo, para que la obra de nuestra paciencia esté completa y seamos perfectos y cabales. (santiago 1:2-4)
Hoy te invito, (y me incluyo), a que separemos un momento a solas con el Señor, que tengamos un encuentro con Él para conocerlo tal cual como ÉL es; y que en medio del silencio, de Su Presencia, de la lucha, podamos escuchar y que brote la respuesta de Dios en nuestros corazones mediante Su Espíritu Santo. Pídamosle que abra nuestros ojos, para que lo podamos ver, que Él está ahí, cuidándonos, que tal vez tengamos que pasar por cierto dolor o prueba, pero que ÉL no se ha apartado, y saldremos victoriosos simplemente porque ÉL está con nosotros. No seamos como Efraín, que no conoció que el mismo Dios lo enseñaba, lo guiaba, extendía Sus brazos, y él no supo ni quién lo ayudaba, ni quién estaba con él, no seamos ciegos espirituales, abramos nuestros ojos a la verdad en Cristo Jesús, abramos y adentrémonos al mundo de paz y victoria que nos ofrece Jesús, sólo mediante ÉL. Amén!
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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