lunes, junio 21, 2010

VARONES SANADOS POR DIOS


Respondiendo Jesús,  le dijo:  ¿Qué quieres que te haga?  Y el ciego le dijo:  Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo:  Vete,  tu fe te ha salvado.  Y en seguida recobró la vista,  y seguía a Jesús en el camino. Marcos 10: 51-52

El hombre del que hablan estos versículos  se llamaba Bartimeo. Cuando Jesús salía de Jericó una gran multitud caminaba a su lado. Bartimeo al escuchar el griterío, preguntó qué ocurría, pues el gentío que se movía a su alrededor no era normal. Cuando le dijeron que Jesús de Nazaret estaba pasando por la ciudad, Bartimeo se estremeció. Hacía tiempo que esperaba esta oportunidad. Jesús estaba cerca y él creía que podía devolverle la vista.
Sin perder tiempo, sin ninguna inhibición, comenzó a gritar; Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí. Los gritos eran estridentes y continuos. La gente comenzó a reprenderlo, diciéndole que se callara. Pero Bartimeo no estaba dispuesto a desaprovechar su única oportunidad de ser sanado por Jesús, y siguió gritando. Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle. ¡Qué gloriosa oportunidad! La Biblia nos dice: “Él, arrojando su capa, se levantó”. Bartimeo era el hijo ciego de un padre ciego, lo cual empeoraba el caso, y hacía la curación más maravillosa. Pero como para nuestro Dios no hay imposibles, hizo el milagro de sanarlo, devolviéndole su vista. Después de caminar tanto tiempo entre sombras, abrir los ojos y observar el rostro de Jesús, para Bartimeo debió haber sido maravilloso e indescriptible.
Es algo similar a lo que sucede cuando nosotros acudimos a Dios en oración y rogamos: Señor, ten piedad de mí, que soy pecador, y Dios responde con su inigualable misericordia.
El ruego de Bartimeo fue: Maestro, quiero ver-. ¿Por qué no hacemos una petición así de sencilla? Necesitamos ver la voluntad de Dios en nuestra vida; necesitamos ver las necesidades físicas y espirituales de quienes nos rodean y, sobre todo, necesitamos ver nuestros pecados. Gritemos, como Bartimeo, Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí, perdóname y ayúdame.


Saludos cordiales, bendiciones

Maná para Eben-Ezer

Templo Cristiano Eben-ezer
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