Si obedeciereis
cuidadosamente a mis mandamientos
que yo os prescribo hoy,
amando a Jehová vuestro
Dios,
y sirviéndole con todo
vuestro corazón, y con toda vuestra alma,
yo daré la lluvia de
vuestra tierra a su tiempo,
la temprana y la tardía;
y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite.
Daré también hierba en
tu campo para tus ganados;
y comerás, y te
saciarás.
Deuteronomio 11.13-15
Jehová deseaba que Su pueblo actuara cuando
tuviera abundancia en su vida, jamás se olvidara quien era el que lo
sustentaba. El pueblo de Dios tenía que mantener su fidelidad a Dios porque
precisamente esto era lo que hacía que las bendiciones no se apartaran de
ellos. En una ocasión le preguntaron a uno de los hombres más ricos del mundo
como le había hecho para tener tan semejante fortuna a lo que él respondió:
“con trabajo e invirtiendo bien”. Esto nos enseña que nosotros somos el
producto de lo que estamos dispuestos a invertir.
El plan de Dios es que Su pueblo obedeciera,
que atendiera a Sus mandamientos, conociendo que era Su pueblo amado y dedicar
este tiempo para aplicar Su mandato, aprender Su ley y adorarle. Poner a Dios
en último lugar, como si no fuera la prioridad en su vida no era una opción.
Cumpliendo esto, Jehová estaba dispuesto a bendecirlos.
En una ocasión una maestra realizo una
dinámica colocando un plato con restos de comida, y para enseñarles a sus
alumnos la importancia de invertir lo mejor de nosotros, preguntó a sus
alumnos: “¿Quién quiere comerse las sobras de aquel plato? a lo cual ninguno de
sus alumnos estuvo dispuesto a comérselas. Así también enseñó que Dios no
quería lo que nos sobra de nuestra atención, recursos, tiempo. Él requiere
amor, así como Él nos da lo mejor Él también pide lo mejor de nosotros,
solamente basta que estemos dispuestos a dárselo.
Queremos
orar por ti
Templo
Cristiano Eben-ezer
Saludos
cordiales, bendiciones
Maná
para Eben-ezer
Búscanos
y síguenos en Facebook
0 comentarios:
Publicar un comentario