El lugar que la mujer ocupa en el hogar le proporciona la oportunidad de
ser generosa (dadivosa, obrar con bondad) pues ella: recibe, administra,
compra, invierte, posee. Si se lo propone; no solo ella, sino también su
familia tendrán esta virtud. La generosidad es un principio que sale del corazón de Dios y es un
medio para ser bendecidos; El tiene
muchas maneras de retribuir (pagar) la
generosidad que se mostrada con aquellos que lo necesitan.
En en el caso de la mujer sunamita vemos como ruega
a su marido preparar un aposento para cuando el siervo de Dios pasara
por allí y también
como los atiende sin esperar nada a cambio. Ella era una mujer
importante que parecía poseerlo todo, pero no era así, pues no tenía hijo y su
marido era ya grande de edad; su necesidad nada ni nadie podía suplir sino solamente Dios.
Pero que hermosa fue su recompensa
que sin decir una sola palabra
recibió la promesa de abrazar un hijo.
A través del tempo caminado en el
evangelio he entendido que si Dios pide de mí, es porque Él me quiere dar algo
especial, que muchas veces para mí era un
imposible.
Desde lo más simple que es un vaso
de agua según la palabra de Dios; no perderá su recompensa.
Echa su pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallará.
Eclesiastés 11:1
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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