Jamás la ira traerá algo bueno a la persona. Ese fuerte
enojo, ese deseo de venganza, esa furia desmedida, esa saña por descargar todo
el coraje acumulado o incluso esa leve inconformidad si no se controla a tiempo
puede llegar a cegar el entendimiento gracias al rencor o la ira contra los
involucrados.
Hay hogares que se han destruido por rencores viejos, hay
amistades que se han separado por no controlar esos momentos de enojo, hay
personas que han matado en un ataque de ira. Y la verdad es que ese sentimiento
tan negativo comienza con algo tan pequeño como un malentendido, una molestia,
un rose, un chisme o a veces con algún acto de prepotencia. Y tal vez tenga
muchas maneras de encubrirse en el corazón y por lo general se expresa con
gritos, con pleitos, con amenazas.
El proverbista en su sabiduría dice: “la blanda respuesta
quita la ira”, es decir que no hay que pagar mal por mal, ni gritos por gritos,
ni pleitos por pleitos. Mejor es que uno se tranquilice y que hable sereno y en
cordura. Y si se tiene que disculpar por algo hay que hacerlo. Digo esto porque
no siempre tenemos que esperar una palabra de paz de parte de Dios, muchas
veces tenemos que poner en práctica la paz que él ha dado en nuestros
corazones.
Jesús dijo: “en esto conocerán que sois mis discípulos, en
que os améis los unos a los otros”… Y mientras nos amemos de verdad habrá paz
entre nosotros.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
Templo Cristiano Eben-ezer
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