El agua natural la encontramos donde quiera que Dios mismo ha provisto el agua para sustentar la naturaleza y la vida de todo ser viviente. De manera que el no se refiere a saciar la sed natural de agua, más bien saciar la sed espiritual que hay en cada uno de nosotros.
Esa necesidad humana de adorar a Dios para poder sentir paz con Él y conmigo mismo. Y que por alguna razón algunos han equivocado el camino y han querido saciar esa sed en la idolatría, en el ocultismo, en supersticiones, en falsos dioses o falsas ideologías o filosofías humanas que en realidad no logran saciar la sed espiritual. Tal vez calmarla pero no saciarla.
Jesús ofrece saciar la sed y el hambre espiritual a todo aquel que le crea a su palabra y a su obra redentora. Y como sello de su verdad dice: Serás bienaventurado, serás feliz, serás saciado.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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