Las palabras dichas por Dios el Padre a Jesús a orillas del Jordán: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mat. 3:17), abarcan a toda la humanidad.
Dios habló a Jesús como a nuestro representante. Aún a pesar de todos nuestros pecados y debilidades, no somos desechados por Dios. Él "nos hizo aceptos en el Amado”. (Efesios. 1:6.)
La gloria que descansó sobre Jesús es una muestra del gran amor de Dios hacia nosotros. Nos habla del poder de la oración, de cómo la voz humana puede llegar al oído de Dios, y ser aceptadas nuestras peticiones en los atrios celestiales.
Por el pecado, la tierra quedó separada del cielo y lejos de su comunión con Dios; pero Jesús nos ha acercado otra vez a su gloria. Su amor rodeó al hombre, y alcanzó el cielo más elevado. La luz que cayó sobre la cabeza de nuestro Salvador, y rodeó todo su ser caerá sobre nosotros mientras lo busquemos en oración, clamando por su presencia.
La voz que habló a Jesús dice a toda alma creyente: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia".
La Palabra de Dios nos dice:"Amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él apareciere, seremos semejantes a Él, porque le veremos como Él es.” (1 Juan 3:2.)
Nuestro Redentor ha abierto el camino, de manera que todo aquel que lo necesite, puede hallar acceso al Padre. Todos pueden tener un hogar en las mansiones que Jesús nos ha ido a preparar. (Juan 14:2)
Bendiciones.
Templo Cristiano Eben-ezer
Datos de nuestro pastor a sus órdenes: Arturo Gómez Garza
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