Todo aquel que lucha, de todo se abstiene;
ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible,
pero nosotros, una
incorruptible
1 Corintios 9:25
La
gimnasta ucraniana Larisa Latynina tenía el récord de 18 medallas olímpicas,
las cuales ganó en los Juegos Olímpicos de 1956, 1960 y 1964. Este récord de 48
años de duración fue superado cuando Michael Phelps nadó para ganar su
decimonovena medalla en la carrera de relevos de 4 x 200 metros de estilo libre
en los Juegos de Londres de 2012. «Latynina en cierto modo se perdió en la
historia», declaró el periodista de la revista International Gymnast. Cuando
desapareció la Unión Soviética, «nos habíamos olvidado de ella».
El
apóstol Pablo nos recuerda que, a veces, no se tiene memoria del trabajo arduo.
Los atletas someten con esfuerzo sus cuerpos a disciplinas intensivas al
entrenarse para ganar medallas perecederas (1 Corintios 9:25). Pero no se trata
solo de las medallas… con el tiempo, el recuerdo de esos logros disminuye y
desaparece. Si los deportistas pueden sacrificar tanto para obtener recompensas
terrenales que finalmente se olvidarán, ¿cuánto más deberían esforzarse los
seguidores de Cristo para ganar una corona imperecedera? (1 Timoteo 4:8).
El
sacrificio y la determinación de los atletas se recompensan con medallas,
trofeos y dinero. Pero más grandioso es que nuestro Padre Celestial premia la
disciplina de sus hijos (Lucas 19:17).
Dios
nunca se olvidará del servicio que hagamos por amor a Aquel que nos amó
primero. Los sacrificios para el reino siempre son recompensados.(*)
*Tomado de Nuestro Pan Diario
*Tomado de Nuestro Pan Diario
Queremos
orar por ti
Templo
Cristiano Eben-ezer
Saludos
cordiales, bendiciones
Maná
para Eben-ezer
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