¡Dios mío, tú eres mi Dios!
Con ansias te busco, pues tengo sed de ti;
mi ser entero te desea,
cual tierra árida, sedienta, sin agua
Salmo 63:1
Todavía
me asombra que podamos lanzar sondas al espacio interplanetario. Sin embargo,
pienso qué desperdicio sería si, camino a Marte, esa sonda quedara atrapada
bajo la fuerza gravitacional de un objeto menor e insignificante. ¡Cuidado!
Esto podría estar sucediendo en nuestra vida.
Cuando
Jesús llamó a Sus discípulos para que lo siguieran, Su intención era que
comenzaran una travesía en la cual lo buscaran con pasión. Los seguidores de
Cristo han sido lanzados a una trayectoria cuyo objetivo es acercarse cada vez
más a Él. No obstante, en el proceso, solemos distraernos y sucumbir ante el
poder de atracción de cosas seductoras, aunque menos importantes. Cuando pasa
esto, dejamos de ir en busca del Señor y comenzamos a dar vueltas alrededor de
objetivos que, al final, están vacíos y no satisfacen.
El
Salmo 63 es la cura para las vidas atrapadas en órbitas sin sentido. David
buscó a Dios porque sabía que sólo Él podía satisfacer sus profundos anhelos.
Dijo: «Mejor es tu misericordia que la vida» (v. 3). El gozo de la presencia
del Señor llenaba cada instante de su vida; por eso, agregaba: «Cuando me
acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche» (v.
6). David sabía que el gozo y el propósito verdadero no proceden de admirar a
Dios desde lejos, sino de buscarlo con dedicación.
¡Retomemos
el curso y procuremos andar cada vez más cerca del Señor! Recuerda que cuanto
más cerca caminas del Señor, menos lugar queda para que se interpongan otras
cosas. (*)
(*)Tomado
de Nuestro Pan Diario
Queremos
orar por ti
Templo
Cristiano Eben-ezer
Saludos
cordiales, bendiciones
Maná
para Eben-ezer
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