Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera,
la convicción de lo que no se ve
Hebreos 1:11
Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen
testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el
universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que
no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín,
por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus
ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no
ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese
traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11:1-6
Se nos han dejado grandes ejemplos de hombres de fe, de cómo no
es necesario ver, para creer lo que Dios puede hacer en nuestras vidas. Creer
que Dios lo puede hacer, eso es FE.
Los jóvenes hebreos son ejemplo de FE inquebrantable, sabiendo
de que Dios los libra, y que, si aún no fuere así, la voluntad de Dios, ellos
eran firmes en su FE. Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al
rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este
asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de
fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que
no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes
y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y estos
tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de
fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente
y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego?
Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro
varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el
aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses. Entonces Nabucodonosor se
acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y
Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Nabucodonosor
dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su
ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto
del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su
Dios. Daniel 3:16-28
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Cristiano Eben-ezer
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Maná
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