… abundad también en esta gracia
2 Corintios 8:7
El niño tenía solo ocho años cuando le anunció a Guille, un
amigo de sus padres: «Amo a Jesús y, algún día, quiero servirlo en otro país».
Durante diez años, Guille oró por él mientras lo veía crecer. Tiempo después,
cuando este joven presentó una solicitud a una organización misionera para ir a
Mali, Guille le dijo: «¡Ya era hora! Cuando escuché lo que querías hacer, invertí
un poco de dinero y lo he estado ahorrando para ti, esperando esta noticia
emocionante». El corazón de Guille vibraba por ayudar a otros y colaborar para
que la gente conociera la buena noticia de Dios.
Jesús y Sus discípulos necesitaron sustento financiero mientras
viajaban de un lugar a otro anunciando la buena noticia de la salvación (Lucas
8:1-3). Un grupo de mujeres que habían sido sanadas de demonios y enfermedades
los sustentaban «con sus bienes» (v. 3): María Magdalena, liberada de siete
demonios; Juana, esposa de un funcionario de la corte de Herodes; Susana, de
quien no se sabe nada; y «otras muchas» (v. 3). Pero sí sabemos que Jesús había
suplido sus necesidades espirituales. Ahora, ellas lo ayudaban a Él y a Sus
discípulos con recursos financieros.
Cuando consideramos lo que Jesús ha hecho por nosotros, Su
corazón por los demás se hace nuestro. Preguntémosle cómo desea utilizarnos,
que nos muestre cómo puedo ayudar a Su obra. Jesús lo dio todo; Él merece todo
de nosotros.(*)
(*)Tomado de “Nuestro Pan Diario”
Queremos
orar por ti
Templo
Cristiano Eben-ezer
Saludos
cordiales, bendiciones
Maná
para Eben-ezer
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