lunes, diciembre 05, 2016

JESÚS, EL CORDERO DE DIOS.




Vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: he aquí el cordero de Dios, 
que quita el pecado del mundo. Juan 1:29

Un cordero se usaba para redimir y quitar el pecado de una persona. No podía ser cualquier cordero, había requisitos específicos sobre el cordero que se iba a sacrificar. Pero Dios se hartó de sacrificios porque no eran de corazón, los hacían pero no eran obedientes a su voz. Y Samuel dijo: ¿Se complace el SEÑOR tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del SEÑOR? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros. 1 Samuel 15:22. Por lo cual Dios nos dio un cordero (JESUS) para perdón de nuestros pecados. Para que creyendo y obedeciendo seamos perdonados.

Diccionario bíblico: El cordero es símbolo de sumisión humilde, y cuando se seleccionaba para sacrificio tenía que ser sin tacha: un tipo muy adecuado del Señor Jesús, el Cordero de Dios. Él, el Humilde y Santo «como cordero fue llevado al matadero», y fue proclamado por Juan como «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo»; y nuevamente como «el Cordero de Dios», como objeto de la contemplación del alma (Juan 1:29-36). En la visión celestial de Juan, el Señor Jesús es visto como un Cordero «como inmolado», a quien se da adoración universal.

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo. Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.  Juan 1:29-36.


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