Un hombre ejemplar es alguien que puedes tomar
como modelo, y aunque el hombre ideal y perfecto es Jesús, hoy quiero destacar
a David. Fue un hombre justo, virtuoso,
gallardo, pero no perfecto, no intachable; como comúnmente se dice, tenia cola
que le pisen, como todos nosotros. ¿Qué lo distingue entonces? Que a pesar de
su imperfección Dios le dio el titulo del Hombre conforme a Su corazón. ¡A mi me encantaría logar un titulo así!
Entonces me pregunto ¿Cómo lo hizo? El secreto está en los Salmos:
(27:8) Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi
rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová.
(57:7) Pronto está mi corazón, oh Dios, mi
corazón está dispuesto; Cantaré, y trovaré salmos.
David era un rey, tenía obligaciones como un
monarca con su pueblo, tareas que cumplir y guerras que pelear, tenía esposas e
hijos, así como abundancia de riquezas, pudo haber puesto su corazón en tierras
que conquistar, en tesoros que conseguir, pero no lo hizo así, la porción de su
corazón era Jehová, una vez cometió el error de posicionar sus ojos en lo que
no debía y su corazón como el de cualquier humano confabuló pecado y lo hizo,
llevo a cabo sus maquinaciones, esto no demuestra lo malo que era David, o que
Dios no estaba en su corazón, sino manifiesta la realidad del ser humano, somos
débiles y confundibles, con el enemigo de nuestras almas zarandeándonos, no es
de otro mundo caer, la lección aquí es Arrepentirse! Levantarse! Consagrarse
mas! y seguir adelante!
David después de haber pecado, recapacitó, le
estiraron las orejas y se vio en pecado, su realidad de haber ofendido a Dios
le pegó fuerte:
Salmos (51:4) Contra ti, contra ti sólo he
pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos
(8) Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán
los huesos que haz abatido.
(11) No me eches de delante de ti, Y no quites
de mí tu santo Espíritu
(12) Vuélveme el gozo de tu salvación Y
espíritu noble me sustente.
No importa lo que hayas hecho ayer, hoy puedes
cambiar tu vida y alcanzar un titulo como el de David. Arrepiéntete de tus
pecados, entrega tu corazón a Dios y cultiva en él todos los días como David la
palabra y el rostro de tu Señor, dispón siempre a tu corazón para los planes de
él.
Salmos (51:16-17) Por que no quieres
sacrificio, que yo lo daría, No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son
el espíritu quebrantado, Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh
Dios.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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