Dios ha compartido su tesoro personal, con la bendición de los hijos.
Es decir que cada ser humano que existe es una herencia que el padre celestial ha entregado a cada matrimonio.
Tengamos o no tengamos hijos somos parte de la herencia divina, somos bendición de Dios.
El asunto es que según sean nuestros principios y valores es que aprovechamos o mal invertimos esa herencia.
Hay quienes la malgastan en placeres personales, vicios, vida egoísta, odios, celos, glotonería, materialismo, carnalidad y cuando menos piensan consumen la vida y se dan cuenta que desaprovecharon la herencia de Dios.
Pero hay quienes sensatamente reinvierten esa herencia con Dios y son administrados conforme a la voluntad divina, invierten en lo sagrado, viven en este mundo pero saben que no pertenecen a él.
Las bendiciones de Jehová les son útiles para vivir piadosamente sin aferrarse a los bienes materiales que aquí se quedaran. Incluso saben que hay mayores tesoros en el cielo y es allá a donde dirigen su mirada e interés.
L a herencia de Jehová, las bendiciones de Dios, seguirán llegando a cada ser humano y cada uno decidirá como la aprovechará.....
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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