UNA IGLESIA UNIDA

Efesios 4:1-6  Yo pues,  preso en el Señor,  os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre,  soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo,  y un Espíritu,  como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor,  una fe,  un bautismo, un Dios y Padre de todos,  el cual es sobre todos,  y por todos,  y en todos.

Como iglesia tenemos una sola meta; cumplir la misión de Cristo que nos encomendó para recibir el galardón de nuestro esposo; nunca debemos perder de vista lo que nos Une; no es la organización puesto que no es un club, ni las personas con las que compartimos este tiempo, nuestra unión y lo que nos hace ser una iglesia es que  tenemos un Señor, una fe, la unidad del Espíritu Santo; si tan solo dejáramos de prestar tanta atención a los detalles de la organización de las personas de las demás partes de la vid y nos centráramos en quien nos ha dado el honor de formar parte de su iglesia, en quien nos nutre para que demos frutos,  veríamos desplegado el inmenso poder que tiene una iglesia unida, las bendiciones y gracias que se desatarían.

La unidad no se da por sí sola, y en la iglesia no es la excepción; para lograrla hay que trabajar por ella, abundando en amor, en paciencia y en tolerancia; es necesario que como creyentes no abandonemos ni por un segundo nuestra vocación, que la llevemos a cabo siempre dignos de nuestra misión; mostrando que nuestro Señor uno es, una nuestra fe, uno nuestro bautismo, uno nuestro Dios, grande, el cual sobre todos es.

Saludos cordiales, bendiciones

Maná para Eben-ezer

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