Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus
ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho
sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. Hechos 14:9-10
Aunque es difícil describir a plenitud lo que significa la fe, de alguna
manera todos convivimos (a veces sin darnos cuenta) con ella en diferentes
aspectos de la vida. Considerando que sinónimos de fe son: Confianza, creencia,
aceptación de lo que alguien con “autoridad” nos declara; se podría decir que
muy seguido tenemos fe en que al girar la llave del encendido de nuestro carro,
éste encenderá, que al despertar día con día, el refrigerador seguirá
funcionando y guardando los alimentos, que al presionar el switch de la luz de una
recamara ésta se encenderá y nos dará la luz y así como estos ejemplos hay
muchos más. Podemos tener fe en cosas, aparatos, personas, instituciones y en
algunos casos hasta en mascotas…
Sin embargo cuando reflexionamos en el tipo de fe que se requiere para
que regalo de la sanidad Divina se manifieste, esto es otro mundo completamente
distinto. He aquí una probadita:
Para el pueblo hebreo el concepto de fe es tan profundo que no es fácil
asimilarlo y ponerlo en práctica en todos los aspectos de nuestra vida. Para ellos
implica firmeza, seguridad y fidelidad. Hablamos
de una fe que así como aquellos tres hebreos prefirieron ser quemados antes que
ceder, como Daniel que aún ante la amenaza de morir no abandonó su fe, Como la
mujer que estaba tan segura de lo que recibiría si tan solo tocare el borde del
manto del Maestro y recibió más de lo que esperaba…
Dios usa a hombres y mujeres que combinando la fe, obediencia e
intimidad con Él, les concede el poder mediante Su Espíritu, que al poner las
manos sobre los enfermos estos sanen. No obstante, se torna sumamente difícil
si la persona enferma no cree, no confía, no ha experimentado o quizá está en
un estado de alejamiento de Dios (lo cual tiene que ser previamente restaurado
vía arrepentimiento).
En el texto principal vemos que tanto el apóstol Pablo como el hombre de
Listra (Turquía hoy en día), había una fe que Pablo pudo discernir de que Jesús a quién predicaba, Tiene el poder para dejarlo libre de su
enfermedad. Aunque no es requisito indispensable que alguien ore por nosotros
para ser sanados (si tenemos fe), es hermoso como se conjuga la fe de ambos,
orador y enfermo para que Cristo se exaltado manifestando Su poder.
Y dijo: Si
oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de Sus ojos, y dieres oído a Sus
mandamientos, y guardares todos Sus
estatutos, ninguna enfermedad de las que Envié a los egipcios te Enviaré a ti;
porque Yo Soy Jehová tu Sanador. Ex
15:26
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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