Joven fui, y he envejecido,
Y no he visto justo desamparado,
Ni su descendencia que mendigue pan.
Salmo 37:25
El autor de este pasaje da testimonio personal de que durante toda su vida observó que Dios jamás desampara a sus justos.
Para mí esto es un reto doble primero aprovechar la juventud para certificar que esto es una realidad y llegar a la vejez y hacer un recuento en la balanza de Dios sobre la vida de los justos y lograr constatar algún día que este autor no miente.
Segundo: no quisiera ser espectador me gustaría mejor aprovechar la juventud y formar parte de los justos de Dios, de los que son por medio de la sangre de Cristo como Pablo dijese: Justificados pues por la Fe tenemos paz para con Dios en que siendo aun pecadores Cristo murió por nosotros. De que nos serviría ser críticos, es mejor ser participantes bendecidos en esta vida, prosperados, contar con el apoyo de Dios en todo lo que hacemos según Su voluntad.
Jóvenes la invitación es ahora para que desde ya formes parte de los justos de Dios de los que Él no desampara ni a ellos ni a su descendencia.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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