Una verdadera amistad es diferente a tener amigos de ocasión, de fiesta, etc. Sólo con pocas personas llegas a tener la confianza como para abrir tu corazón, ideas, pensamientos y sentimientos. Pero es muy importante saber con quién nos relacionamos y más importante aún, a quién le tenemos esa confianza como para estar abiertos como un libro. Una buena amistad en la vida cristiana requiere que nuestros amigos tengan la misma visión que por medio de Jesucristo hemos recibido. Tenemos que tener los mismos pensamientos base que Cristo nos ha dejado, pues sólo así, teniendo la mente de Cristo, podremos aconsejar de manera sabia a nuestros amigos y a la gente que nos rodea.
Existe una seguridad palpable, que teniendo a esos amigos que comparten los mismos pensamientos divinos, podamos entender un poco mejor los caminos y propósitos del Señor. Como si fueran ángeles sin alas, Dios muchas veces se vale de ellos para hablarnos. No hay nada como la amistad con Jesucristo misma; pero así como Dios se vale de Su Palabra, Espíritu Santo, sueños y visiones para hablarnos; así Dios también usa a Sus mismos Hijos (amigos)
Es importante saber la manera de pensar de nuestros amigos, y las personas que nos rodean, para así discernir qué consejos vienen de la sabiduría de Dios y cuáles son sólo sabiduría humana sin poder transformador alguno. Una amistad que viene de Jesucristo, es invaluable; una amistad donde existe un punto de conexión que es DIOS, es bendición añadida. Una amistad donde sabemos que las palabras de su boca nos guiarán más a Dios y nos acercarán más a Él, es sin duda, un regalo. Y hay que procurarlo.
Saludos cordiales, bendiciones
Maná para Eben-ezer
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